¿Sabes de dónde viene tu ropa? Porque en Panamá no tenemos idea
De la Zona Libre a tu clóset: lo que nadie te cuenta
¿Quién paga el precio real de tu ropa?
Puede que Panamá no produzca mucha ropa, pero sí que la vende. La importa, la revende, y casi nunca se cuestiona de dónde viene o en qué condiciones fue hecha.
Aunque el comercio de moda y retail en Panamá mueve cifras millonarias, la actividad industrial relacionada —como la fabricación de textiles, calzado y artículos de cuero— ha venido en caída. Entre 2018 y 2021, el valor del PIB de este sector pasó de $79.2 millones a $45.7 millones.
Aun así, el rubro genera ingresos considerables, estimados en $4,139 millones, con remuneraciones cercanas a los $269 millones. Pero hay un detalle clave: la mayor parte de estos ingresos no proviene de fabricar, sino de comercializar. Es decir, la moda en Panamá se mueve principalmente en la venta al por mayor y al por menor, sobre todo dentro de la Zona Libre de Colón.
Para entenderlo mejor:
El 97% de los ingresos, el 91.6% de los salarios, el 99.5% de las utilidades, y el 95.31% del valor agregado del sector provienen del comercio, no de la producción.
El dilema de la trazabilidad:
¿Sabes de dónde viene lo que usas?
En 2023, Panamá importó $1.69 millones en telas, posicionándose como el importador número 114 a nivel mundial (de 195 países). El principal origen fue China, con casi el total de esas importaciones ($1.54 millones). Le siguen, con cifras menores, Estados Unidos, Bélgica, Italia y Turquía.
Si has trabajado en alguna empresa de Zona Libre, esta historia te resultará familiar. En muchos casos:
No se conoce el origen exacto de la prenda.
No hay información suficiente sobre los procesos de fabricación.
No existen garantías sobre las condiciones laborales ni sobre la huella ambiental.
La trazabilidad no es una moda, es una herramienta para exigir responsabilidad y transparencia. Y sin embargo, la trazabilidad no solo es una herramienta para mejorar la gestión interna de las empresas. También responde a una creciente presión social, ambiental y legal. ¿Por qué es importante?
Los consumidores ya no compran a ciegas. Quieren saber de dónde vienen sus productos, bajo qué condiciones fueron hechos y si la marca está comprometida con prácticas sostenibles.
Las regulaciones lo exigen. En lugares como la Unión Europea, la trazabilidad ya es obligatoria en el sector textil.
Porque mejora la calidad. Un sistema trazable permite identificar fallos, hacer correcciones y garantizar mejores resultados en cada etapa del proceso.
Porque ayuda al planeta. Al mapear procesos, se detectan ineficiencias, se optimiza el uso de recursos y se reduce el impacto ambiental.
Muchas empresas de la Zona Libre son fabricantes de mercancía y distribuidores, pero, como ya sabemos, este tipo de producción se denomina externalización o tercerización en algunos casos. Estas empresas suelen contar con departamentos de diseño —desde el área de compras hasta diseño, pasando por logística y contabilidad (esta última, no puede faltar)—. Ahora bien, ¿los departamentos de diseño realmente entienden la importancia de conocer el tipo de fábricas a las que les están comprando ropa, telas o incluso para las que están diseñando?
Personalmente, puedo hablar desde la experiencia. Trabajé durante un año en Zona Libre en una empresa bastante grande que, desde dentro, se estaba desmoronando. Con un organigrama horizontal, poca estrategia, y un manejo de volúmenes de mercancía extremadamente altos, era evidente la falta de trazabilidad y visión hacia la sostenibilidad.
Durante mi tiempo en ZL, estuve muy involucrada con el control de calidad, y si les contara todo lo que vi... Es difícil de explicar el poco seguimiento real que existe y la casi nula asesoría profesional dentro de algunas empresas.
¿Una camiseta por menos de $5?
Seamos honestos: ninguna prenda debería costar menos que un plato de comida. Si compras una camiseta por $3 o $5, ¿cuánto crees que recibió la persona que la fabricó? Este tipo de productos proviene, la mayoría de las veces, de fábricas con condiciones laborales precarias, donde los derechos humanos y ambientales simplemente no son prioridad.
Los principales puntos de fabricación suelen ser China, India, Pakistán y Bangladesh. ¿Y los precios? En promedio, una prenda puede costar entre $2 y $5, dependiendo del diseño, la calidad de la tela y otros factores. Claro, ese precio puede subir si se utilizan materiales diferentes o si el diseño es más elaborado. Pero —y esto es importante— un precio alto no garantiza ética ni calidad. Hay prendas costosas fabricadas bajo las mismas condiciones dudosas que una camiseta barata. El precio final no siempre refleja el proceso detrás.
Si te interesa conocer más a fondo sobre la industria de la moda, te recomendamos el siguiente documental:
A veces no somos lo suficientemente conscientes del daño que hacemos a nuestro planeta por querer estar a la moda, por querer encajar. Y sí, es normal: siempre hemos querido, como sociedad, sentirnos parte de algo, y la moda ha sido una herramienta importante en este comportamiento.
Pero la individualidad y la singularidad son factores importantes a tomar en cuenta también.
Te dejo una reflexión extraída de un análisis crítico sobre el documental The True Cost:
Además, el documental recuerda que la industria de la moda es una de las más contaminantes del planeta. No solo perjudica al medio ambiente, sino también a grupos sociales, principalmente aquellos con menos recursos. Las grandes empresas trasladan sus fábricas a terceros países donde las regulaciones políticas son inexistentes y la mano de obra es más barata. No han sido suficientes los desastres y pérdidas humanas para que el sector de la moda reconsidere cómo seguir haciendo negocios rentables sin depender de trabajadores que ganan 10 dólares al mes.
Hasta la próxima,
Andrea